MARIA ALEJANDRA GONZALEZ-PEREZ

La era de la desglobalización

Con certeza, ya no podemos decir que estamos en la era de globalización. ¿Qué implicaciones tiene esto para las empresas y los negocios internacionales?

Maria Alejandra Gonzalez-Perez, Maria Alejandra Gonzalez-Perez
9 de junio de 2019

La globalización con frecuencia se define como un proceso de interdependencia entre los países. En contraste, el profesor Michael A. Witt de INSEAD en Singapur, define la desglobalización como el proceso de debilitamiento de la interdependencia entre las naciones. Para muchos, la globalización comienza de manera “oficial” con el nacimiento de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995, después de más de una década de negociaciones internacionales. La OMC es el organismo multilateral que se encarga de las reglas globales para comercio entre nacionales, del que hacen parte 164 miembros que representan el 98% del comercio mundial. En noviembre de 1996, la OMC en conjunto con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) emitieron una declaración para trabajar de manera cooperada por una política económica global coherente, buscando las bases de una prosperidad global.

En noviembre del 2016, escribimos una columna acá en Dinero.com en donde nos preguntábamos si la globalización había durado 27 años, y el comienzo de la era Trump ya era una señal clara de que la globalización está llegando a su fin. En esta línea, el profesor Michael A. Witt publicó recientemente su investigación en el Journal of International Business Studies (JIBS), en donde encuentra básicamente que la globalización comercial llegó a su pico entre el año 2007 y el 2010, y por su parte, la globalización de las inversiones extranjeras directas lo hizo entre 2007 y 2011; por ende, el profesor Witt afirma que esta evidencia sugiere que estamos en una era de desglobalización, en la que llevamos una década de descenso de la actividad comercial global.  

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Adicional a su estudio, otros análisis, como el presentado por The Economist argumentan que la globalización se ha detenido o retraído a partir de la crisis financiera del 2008, después de más de dos décadas de constante aumento e integración en los flujos de los mercados globales. Frente a este hecho, se intentaron implementar diferentes medidas, en las que el proteccionismo aparecía como una alternativa posible para la recuperación de las economías del mundo; sin embargo, irónicamente, la aplicación de este tipo de medidas va en aumento desde el año 2008, tal como lo analiza el Dr Rumki Majumdar, lo que finalmente resulta en limitaciones al comercio transfronterizo de bienes y servicios.

En diferentes partes del mundo se han venido fortaleciendo iniciativas que claman por la desglobalización. Entre ellas, por ejemplo el movimiento slow food creado en 1989 para crear consciencia de la procedencia de los alimentos que se consumen, de cómo se afectan nuestras decisiones de consumo, y además, busca prevenir la desaparición de las tradiciones y culturas gastronómicas locales, y contrarrestar el aumento de la vida rápida. También hay investigaciones como la de Berit Nygard y Oddveig Storstad en donde se encuentra que los consumidores tienen una preferencia natural por productos locales, al ser percibidos tanto más sanos como más seguros que los productos importados.

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El hecho de que estemos en una “era de desglobalización” no significa que es el fin de los negocios internacionales. Pero si supone mirar la realidad actual con diferentes lentes a la globalización. Analiza el profesor Witt en su investigación  que este escenario actual supone tener en consideración estimaciones políticas estratégicas para las empresas multinacionales que afectan la sostenibilidad política de la organización; las dinámicas organizacionales de las cadenas de valor, en cuanto a su especialización; y el papel del contexto nacional; además de las modificaciones necesarias frente a las decisiones sobre estrategias, estructuras y comportamientos en el escenario global. Por ende, las decisiones sobre ubicación de las operaciones, entran nuevamente a tener consideraciones sobre poderes militares y políticos, que influyen en los  patrones de inversión o supervivencia en condiciones de deglobalización.