Jorge Zapata. En la calle de los sueños rotos

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En el bus, 2021, acrílico sobre cartón, 35 x 25 cm

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Solo Show, 2013, técnica mixta sobre ruleta en poliestilereno, dimensiones variables

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“Soy un fotógrafo sin cámara y un etnógrafo a mi manera”.

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Imagen de portada: Mercado popular en la calle, 2020, acrílico sobre lona, 100 x 165 cm

ISBN 978-958-720-749-1

Noviembre de 2021 Universidad EAFIT Cra 49 N.° 7 Sur - 50 www.eafit.edu.co Rectora: Claudia Patricia Restrepo Montoya Directora de Narrativas y Cultura: Valeria Mejía Echeverría Coordinador de Extensión Cultural: Juan Antonio Agudelo Vásquez Edición, curaduría y textos: Sol Astrid Giraldo Escobar Diagramación: Andrés Vásquez Fotografía: Donaldo Zuluaga (El Colombiano), John Mario Díaz, Jaime Giraldo, Omar Portela, José Miguel Vecino, Vinci Andrés Belarcázar Yabur, Andrés Fresneda, Robinson Henao, Marcela Sánchez (Mara). Montaje: Manuel Cataño Producción: Teresita Rivera Ceballos Agradecimientos a la Corporación Ítaca, Teresita Rivera, Luz Adriana Villegas e Isabel Villegas por compartir su archivo fotográfico, y su asistencia en la investigación y la elaboración de los audios y videos para la exposición. Editado en Medellín, Colombia con el apoyo de Editorial EAFIT. 4


JORGE ZAPATA EN LA CALLE DE LOS SUEÑOS ROTOS

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Jorge Zapata en la vía

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La Calle del Deseo

22 La Casa Collage 26 Hotel Tropical 28 Divas

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La Calle de los Sueños Rotos

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Al Este del Edén

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Índ


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Prohibido botar basura

ice

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Los Horizontes de Jorge Zapata

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Los marcos

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El Bronx por La Paz

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Cronología

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JORGE ZAPATA EN LA VÍA Por Sol Astrid Giraldo Escobar

Murales de La Perla, foto Donaldo Zuluaga para El Colombiano, 2003

Un evento espectacular marcó la entrada de la imaginería de Jorge Alonso Zapata a la escena local. Una aparición, como la de las vírgenes en las grutas. Esta también sucedió en una cueva, aunque en pleno corazón de la jungla urbana. No cayeron rayos del cielo, pero sí las luces de la primera página de El Colombiano. El influyente periódico que garantiza el cuarto de hora de fama en la región puso sus ojos sobre un agujero negro: la plaza de vicio más recóndita de la muy recóndita calle Barbacoas, esa zona de los descastados de la ciudad que nadie quería mirar. Y lo que allí encontró, lo encandiló. También a sus lectores. Uno de ellos, el profesor y diseñador John Mario Díaz, fue el más atento: “Ojeábamos con mi novia el periódico del día y encontramos bajo un título que hablaba de un desalojo policial en Barbacoas (la calle aquella), la foto del interior de una de las casas desalojadas. Entre las paredes roídas y el desorden producido por la premura en la salida de quienes allí vivían o la acción policial, brillaba una pintura, mejor un mural, que más que desentonar con el ambiente, le brindaba cierta clase de humanidad. Una sensación, imagino 1 yo, similar a la de encontrar un diamante entre el carbón”. Es que la foto de la prensa descubría, precisamente, que la distancia entre el diamante y el carbón no era insalvable y recordaba que estaban hechos de la misma materia. Tal vez solo se trataba de modular su luz y alguien, en silencio, había logrado hacerlo sobre aquellos muros.

1. Díaz, J. M (2007). “Sobre la obra de Jorge Zapata”. Documento sin publicar.

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Allí, las ruinas del mundo se levantaban en una insólita ráfaga de delirantes combinaciones: una mujer verde con alas, un cristo con cachos, un hombre de gafas oscuras, bigote y senos redondos. En otra pared emergía el edificio Coltejer, el metro de Medellín, una escena de sexo oral, caligrafías orientales, una pistola empuñada por una mano ensangrentada, una pierna sin cuerpo. Fantasmas rechinantes que le ganaban a la negrura ominosa detrás de las puertas… Y textos, muchos textos, escritos con letras con vida propia: “Energía Hare Krishna”, “Dry Gim”, “Aero Perla”, “Nike”, “I Love Antioquia”, “La Perla Master Card”, “Medellín está volando, parce”. Trazos pintados para los “nadies” por ninguno, porque durante algún tiempo el más completo anonimato cubrió al misterioso pintor. En 2006, tres años 2 después de aquella primera nota de la prensa, un reportero de El Mundo hablaba de “la mano secreta” que habría pintado este mural “sin fecha, sin autor” y de una “obra de arte sin dueño”. Lo único que parecía tener nombre allí era la plaza de vicio, La Perla. El mismo Díaz especulaba que el autor podía ser “alguien con el conocimiento, la técnica y el trazo de un avezado pintor publicitario que, por alguna de esas tantas locas razones del destino, cayó primero en la droga y luego en aquel lugar, eyaculando su talento en esas paredes, sin más pago a cambio que su propia satisfacción”. 3 Y así nació la leyenda urbana del pintor invisible de Barbacoas, cuyo trabajo se visibilizó, paradójicamente, por los mismos años del sonado relanzamiento del Museo de Antioquia y la construcción de la Plaza Botero. Una sincronía que permite reflexionar sobre ambos procesos y ubicar el lugar inédito de la obra de Zapata.

BORRAR O RECONOCER EL TERRITORIO La renovación de la sede del Museo de Antioquia, en el año 2000, fue además un ambicioso proyecto de transformación urbana. Para acoger las esculturas donadas por Fernando Botero, se derribó una manzana de edificios, “los cuales tapaban la fachada del Museo” 4. En los discursos que acompañaron esta intervención, se repiten palabras como “renovación”, “cambio”, “deteriorada zona centro de Medellín”. Todas ellas banderas que sirvieron para justificar el borrador que se le pasó a una zona de billares, cafeterías, sastrerías y peluquerías, con complejidades sociales, raigambre histórica, vitalidad comercial e, incluso, edificios de valor patrimonial. La idea era recuperar el centro (¿de quién?, ¿para quién?) con este nuevo espacio público y vaciarlo de sus anteriores referentes. Así, la cuadra demolida fue territorializada por 23 sofisticados gigantes de bronce, que aterrizaban en Medellín después de recorrer las grandes capitales del mundo y no tenían nada que ver con el prosaico entorno. Se trataba de un proyecto artístico de las élites, impuesto por la administración sobre el díscolo, deforme y sucio centro que, según la prensa, se había 5 “guayaquilizado”.

Bitácora de dibujo

2. Agudelo, D (11 de febrero de 2006). “Murales de la intemperie”, periódico El Mundo. 3. Díaz, J. M (2007). “Sobre la obra de Jorge Zapata”. Documento sin publicar. 4. Museo de Antioquia. (2013). “Así fue construida la Plaza Botero”. Obtenido de https://museodeantioquia.co/sitio/noticia/asi-se-construyo-la-plaza-botero/ 5. Ramírez, J. P. (2019). “La cuadra que desapareció y dio paso a un museo a cielo abierto”. Periódico El Colombiano. Obtenido de https://www.elcolombiano.com/antioquia/la-cuadra-que-desaparecio-y-dio-paso-a-un-museo-a-cielo-abierto-EB11672622

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Unas cuadras abajo, estaba nuestro pintor trabajando a espaldas de las cámaras, los discursos de progreso e internacionalización, las subastas en dólares, los planes turísticos. Nadie lo había ungido como artista. Aunque había estudiado algunos semestres de diseño industrial y gráfico, no tenía diplomas que lo avalaran. No había trasegado el arduo camino de los museos ni las galerías. Ningún crítico había pontificado sobre el valor de su trabajo. Eso sí, estaba lleno de las historias que había conocido como fotógrafo forense del CTI. Solo quería una pared y solo quería pintar. En esta búsqueda, se le ocurrió que un buen lugar podía ser la tierra de nadie de Barbacoas, donde no tendría que tramitar engorrosas autorizaciones de la administración: “Yo llegué con la inquietud de pintar un muro, y alguien me dijo: ´no parcero, yo lo llevo allí a otro sitio que es uno mejor´. Me metió a una plaza de vicio grandísima, super asustadora. Me dijo: ´no, tranquilo, con confianza´. Y me 6 mostró un lugar interno, como más íntimo”. En ese lugar “íntimo”, después del temor inicial, Zapata les dio rienda suelta a sus ganas de pintar: “Me gustaba estar ahí porque me sentía seguro, nadie me decía nada, aunque alrededor pudiera haber peligros, cuchilladas, tropeles. Fuera de esta zona, no me sentía tan seguro”. 7 Este aislamiento, la falta de ojos críticos y normas, y el estar en un punto de la ciudad donde no había nada que perder ni que demostrar, sin duda, propició la feroz libertad que exudan los murales de La Perla. Sin preocuparse por las técnicas, por las formas académicas o las anti-formas contemporáneas (a veces tan tiránicas y codificadas como el canon tradicional) comenzó simple y radicalmente a pintar. No paró durante cuatro meses.

Diego Agudelo, “Murales de la intemperie”, periódico El Mundo, 11 de febrero de 2006.

6. Entrevista a Jorge Zapata realizada por Martha Lía Giraldo (2013) 7. Entrevista a Jorge Zapata realizada por Sol Astrid Giraldo (2021)

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Al principio, hizo paisajes de palmeras azules y cielos rojos. También desfogó su obsesión de diseñador industrial por los carros, aviones y relojes. Pero, poco a poco, fue volviendo la mirada hacia lo que tenía al lado. Una prostituta, de las tantas que iban a consumir droga a esta casa, lo hizo aterrizar: “Ella me dijo: ´uyy, parce, ¿usted pinta eso?´ Le contesté que sí. Entonces me preguntó: ¿usted me pintaría a mí, pero mostrando una teta? Yo se la muestro para que quede bien parecida´. La pinté y ella estaba feliz. Decía ´ahora no me lo van a creer las parceras´. Entonces pasaba por ahí y les 8 mostraba a las amigas: ´vea, esa soy yo”. Las intervenciones de La Perla están pues en las antípodas de “La ciudad Botero”, de su concepto del arte como objeto de transacción comercial, de su interés por vender una imagen positiva de la ciudad y de insertarla en los circuitos internacionales del turismo. Los murales de Zapata fueron, al contrario, el resultado del deambular de cuerpos sospechosos y sin valor, del tráfico de los símbolos erráticos y resistentes de las márgenes sociales. De este roce entre jíbaros, striptiseras, ladrones, prostitutas, drogadictos y los pinceles del “El Pintor”, como le llamaban en la zona, fue surgiendo una poderosa representación colectiva. Después de la chica del seno, vendría el encuentro con el hombre que tenía un pedazo de luna, con Peter, ex estudiante de comercio internacional y ahora encargado del microtráfico de la plaza, y otros más, quienes por fin pudieron decir: “ese soy yo”. De todos saldría una historia humana, junto a todos se cocinaría una imagen: rebelde, sin moldes, compasiva, en caliente. Una imagen de ellos, para ellos, detrás de las puertas selladas y ciegas de la casa de los ignorados.

Bitácora de dibujo

Mientras la Plaza Botero desconoció el entorno, e incluso lo borró físicamente, las intervenciones de Zapata en la plaza de La Perla fueron una aceptación sin condiciones del territorio y de sus personajes. Zapata escuchó a La Perla. No solo la usó para contar sus historias a otros, sino que la representó para ella misma. Sus murales se convirtieron así en una especie de animal mitológico que se alimentaba de sus propias entrañas. Sus habitantes la inspiraron, pero también la digirieron, se la apropiaron, la matizaron, adornaron, rayaron. ¿No es esto arte en toda la dimensión de la palabra? La Perla fue finalmente demolida seis años después cuando entró en un proceso de extinción de domino. Apenas quedaron algunas fotos de aquella radical experiencia de los murales de Zapata. El artista terminaría abandonando estas intervenciones (aunque es un proyecto al que siempre quiere volver). De los muros pasó a dibujarla sobre papel y cartón. Pero este bautizo marcaría su obra para siempre. Allí definió su estética, su tratamiento urgente de la figura, el acercamiento por planos múltiples al palimpsesto urbano. Desde entonces, se conectaría con el sujeto colectivo que es la muchedumbre de la ciudad, hecho, sin embargo, de individuos absolutamente particulares. Y, sobre todo, descubrió el continente vibrante, paradójico, resistente y diverso que era la calle Barbacoas. Comprendió desde dónde y cómo debía mirarla para que no se le escapara entre las pestañas, la desconfianza y los preconceptos. Comulgó con ella. De este pacto de no agresión y de esta declaración de principios no se ha separado desde entonces.

Los errantes (detalle), 2006, acrílico sobre madera, 60 x 90 cm.

8. Entrevista a Jorge Zapata realizada por Martha Lía Giraldo (2013)

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EL PINTOR INVISIBLE DE LOS INVISIBLES

Jorge Zapata en Barbacoas

Zapata no es el primero de los artistas antioqueños en interesarse por los márgenes urbanos. Hay una tradición que se remonta a principios del siglo XX, con el fotógrafo Benjamín de la Calle en Guayaquil, y que retoman en los años 40 las pinturas descarnadas de Débora Arango. Ya comenzando la década de los setenta, Javier Restrepo, Óscar Jaramillo y Saturnino Ramírez, tuvieron un taller en la zona de prostíbulos de Lovaina que, según el escritor Elkin Restrepo, les permitía: “el relato desprejuiciado de un mundo oscuro y repudiado, pero a la vez, fuera de toda hipocresía, atrayente”. 9 Estos artistas de la generación urbana quisieron darle imagen a aquellos que no eran considerados dignos de ella. Sin embargo, sus personajes, perdidos y tristes, como se infiere de la citada crónica de Elkin Restrepo, se ven bajo un lente opacado por adjetivos como “oscuro”, “repudiado”,”rudo” “abyecto”. Hay un abismo que separa el ojo del artista de los “perdedores” del sistema y un ánimo extractivista. Estos personajes marginales, prostitutas, habitantes de la calle, malevos, aparecen aislados del complejo entorno que los produce y que el artista solo conoce superficialmente. La técnica virtuosa de Jaramillo, la fría de Restrepo, la tersa de Botero (quien también representó estos prostíbulos), remarcan la anomalía y la alteridad. Ellos observan este universo por pedazos, desde arriba y desde afuera, a través de la ventana de un estudio provisional y de su ojo refinado. Sus obras son para ser consumidas también verticalmente por un espectador ajeno a quien se le ofrecen fragmentos “del atrayente mundo oscuro”, colgados en las paredes de un espacio expositivo aséptico y blanqueado. Es, pues, una mirada decididamente voyeur.

9. Restrepo, E. (2015). “Retratos del atrayente mundo oscuro”, en Ramírez y Giraldo (ed), Javier Restrepo: el hombre que miraba la estrellas. Medellín, Fondo Editorial Universidad EAFIT, p 121.

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Mercado informal (díptico), 2010, acrílico sobre cartón, 33.5 x 98 cm.

CALLE BARBACOAS Sin embargo, el acercamiento de Zapata es radicalmente diferente, especialmente en aquellos murales inaugurales. Zapata no se protege por el ojo de ninguna cerradura. Está tan expuesto como aquellos a quien representa. Tampoco se podría hablar de él como un despreocupado flâneur 10 porque no es un caminante que viene y va. Lleva ya 20 años de permanencia en el sector, adonde llegó sin adjetivos predeterminados. Y siempre ha tenido su taller en medio del fragor de la calle (primero en Barbacoas, recientemente en las entrañas del Bronx en Cúcuta por La Paz). Allí observa, pero también dialoga y establece relaciones con los habitantes del lugar. Se muestra y muestra lo que hace. No se instala en un observatorio hermético para apreciar a la distancia un mundo “atrayente”, aunque salvaje y temido. Al contrario, se sumerge en sus ondas vibrantes y complejas, sin salvavidas y desde una esencial empatía que describe así el curador Óscar Roldán: “Zapata es ciudad que no discrimina, que ama a todos sin distingo, con una fe que recuerda al nazareno” 11 . Más allá de una posición de predador visual, contribuye a conectar este sector a la ciudad con imágenes, acciones, intervenciones artísticas y sociales.

Registros de la calle Barbacoas realizados por Jorge Zapata y Teresita Rivera.

10. Abad, D (2020). La pintura de Jorge Alonso Zapata como testimonio visual de los submundos en Medellín. Monografía de grado. Instituto Tecnológico Metropolitano. Facultad de artes y Humanidades. Medellín, p 12. 11. Roldán, O. (julio de 2017). “Crónica Centro”. Agenda Cultural de la Universidad de Antioquia, Medellín.

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Murales de La Perla en Barbacoas.

“Dicen que se pasaba horas y horas pintando sus dibujos. Que ni siquiera las peleas de los basuqueros lo distraían de su labor”. (“Arte urbano entre la droga”, Periódico La Chiva, Medellín, 17 de julio al 23 de julio de 2003) 17


La calle del deseo, 2007, acrílico sobre lona, 90 x 90 cm, Colección Museo Nacional de Colombia.

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LA CALLE DEL DESEO Como el artista y curador Ómar Ruiz observa: “Zapata se hizo artista, acudiendo a una cita que jamás abandonaría con la pintura y con el territorio”. 12 Para él, ambos son una sola cosa. Y su territorio por excelencia ha sido la calle Barbacoas, esa de “recorrido sinuoso y marginal dentro del centro de la ciudad”, como la describe el urbanista Luis Fernando González. 13 Una zona que históricamente ha estado a un costado de la oficialidad, así hoy se ubique entre dos de sus hitos más significativos: el viaducto del Metro y la Catedral Metropolitana. Esta calle de tráficos incesantes, desde la década de los 80 ha sido, además, el escenario de uno de los primeros “ejes de ambiente, sociabilidad y encuentro gay” de Medellín, donde surgieron los primeros espacios de “homosexualización y homosocialización de la ciudad”. 14 Barbacoas hoy es una zona de micro-tráfico, moteles, bares, guarida de ladrones, pero también polo de sexualidades diversas, punto de llegada de los desplazados, residencia de familias y cruce de múltiples intercambios comerciales. Un espacio para el rebusque legal e ilegal que huele a pecado y a frontera. Es el no-lugar de los des-clasados y los des-generados que no se han podido articular a los planes oficiales, sociales o económicos de Medellín. Un borde donde las contradicciones y fallos del proyecto urbano están en una tensión extrema y a flor de piel. Zapata ha hecho un pacto de vida con esta zona. Durante dos décadas la ha registrado en una crónica visual incisiva y paciente. “Descubrí que era como el oasis para los que no tenían techo, los sin tierra, los olvidados. Un territorio libre, donde ellos podían tener un espacio que no les pertenecía, pero donde tampoco nadie les decía que no podían estar como sucedía en cualquier otra parte de la ciudad. Eso me conmovió muchísimo”. 15

12. Ruiz, O. (2020). The Gallery At Divas, arte en comunidad, documento sin publicar. 13. González, L.F. (2018). “Afuera de la plaza”. Universo Centro, Medellín. Obtenido de https://universocentro.com/NUMERO100/Afuera-de-la-plaza.aspx 14. Arenas, S. (2021). Ruta estratégica de gobernanza en la calle Barbacoas para la apropiación del espacio público de la población LGBTIQ. Tesis para optar el título Magíster en Empresas Sociales para la innovación social y el desarrollo local. Medellín, Universidad EAFIT. 15. Entrevista a Jorge Zapata realizada por Martha Lía Giraldo (2013)

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En las obras de Zapata hay una fiesta de cuerpos diversos, ininteligibles, en cuya carne pelea lo no resuelto, lo que se calla, lo que no se acomoda. Cuerpos dislocados, descentrados, y ambiguos. Cuerpos-preguntas, con sus provocaciones a las casillas de género, la lógica binaria, los interdictos patriarcales, las sumisiones.

Pareja lesbiana 1, 2005, acrílico sobre cartón,35 x 25 cm.

Seducción, 2013. acrílico sobre cartón, 50 x 35 cm.

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El patio de Abraxas 1, 2006, acrílico sobre cartón, 35 x 25 cm.

Paisaje narcótico (díptico), 2012, acrílico sobre tela, 90 x 69 cm cada módulo

LA CASA COLLAGE Para Zapata la ubicación de su taller no ha sido un asunto menor. El primero lo instaló en la Casa Collage de Abraxas Aguilar, en 2005. En este lugar de encuentro de artistas fue donde empezó su trabajo con disciplina. En la mañana salía a dibujar a la calle. Y en la tarde volvía a su estudio a pintar a partir de sus bocetos y de lo que se acordaba. Permanecería allí hasta 2016. Desde entonces, junto a la gestora cultural Teresita Rivera, compañera infaltable de sus exploraciones en el territorio Barbacoas, ha intentado comunicarse de maneras creativas con el entorno y sus habitantes. El mural de la Navidad de 2006 fue una de estas experiencias seminales. 22


“El taller de Jorge Zapata es un cuartico de dos por tres metros al fondo de una casa grande y vieja ubicada en la calle 57, cerca de la Catedral Metropolitana. Más que una casa es una monumental obra que su dueña, Abraxas Aguilar –dos veces Guinness Records de collage–, hizo con recortes de revistas que van desde el piso hasta el techo a manera de tapiz. La obra continúa hasta el solar, que está repleto de árboles, maleza, pedazos de baldosa y discos compactos pegados por doquier. Al lado derecho, antes del solar, está el rinconcito de JAZ. Adentro apenas caben dos mesas, una repisa y algunas obras”. María Isabel Naranjo, “Las crónicas de JAZ”, Universo Centro, Número 49, septiembre 2013.

El patio de Abraxas 2, 2007, grabado y acrílico sobre cartón, 52 x 40 cm.

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NAVIDAD PINTADA Ese año una mujer que manejaba una plaza de vicio le pidió que pintara el pesebre en una fachada. Los comerciantes y habitantes de la calle se unieron para comprar los materiales. Sin embargo Zapata, en lugar de reproducir la iconografía católica tradicional, representó a los personajes del lugar: “Muchos se sintieron reflejados y les pareció gracioso. Concluí que se había logrado el efecto de converger en un símbolo las diferentes personalidades de una zona compleja”. El pesebre, como símbolo del orden familiar y social occidental, fue dinamitado en esta versión donde ninguno de los personajes es ejemplar, según el dogma católico. O exitoso, según las expectativas capitalistas. Al contrario, el lugar de las figuras de la Biblia es usurpado por una familia del lugar, un ex sicario que hace hostias, un pastor dudoso, un hincha del Nacional y un vendedor de tinto, entre otros traficantes y sobrevivientes. Zapata, como un Caravaggio contemporáneo, acogía así en su marco desprejuiciado y compasivo a los desheredados urbanos de hoy. Y la calle, con sus contradicciones y crisis, se reflejaba en el espejo que nunca tuvo. Al siguiente año, junto a Rivera, organizaron una fiesta de Navidad con la comunidad de Barbacoas de la que ya llevan 15 versiones y es hoy uno de los encuentros comunitarios más emblemáticos de la zona. 24


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Hotel Tropical, 2015, acrílico sobre lona, 23 x 15 cm.

HOTEL TROPICAL En 2016, Zapata instalaría su taller en otra esquina de Barbacoas, en el Hotel Tropical, un sitio para encuentros sexuales de los travestis de la zona, donde también vivían familias e incluso el ex presidiario de una cárcel de Estados Unidos. Allí estuvo el artista, hasta el día en que el edificio se incendió y, con él, una parte de su obra. Zapata, junto al curador Ómar Ruiz, se propusieron entonces intervenir este espacio buscando “abrir conversaciones desde las prácticas artísticas” con el entorno, pero también entre esta calle y la ciudad que la ha estigmatizado. Así, el eje curatorial de “Barbacoa Tropical”, una exposición en las habitaciones y pasillos del hotel que invitó a artistas y habitantes del lugar, fue la lectura de las dinámicas de la calle, la subversión del erotismo y la explosión de las identidades sexuales. 26


Exposición “Barbacoa Tropical” en el Hotel Tropical, 2016

“Queríamos crear diálogos estéticos también con las paredes quemadas del Hotel Tropical, asumir sus particularidades arquitectónicas, las vidas, las narrativas, y desnudar un poco sus rincones y escucharlos por un momento, emergiendo a través de las piezas expuestas de los artistas, artesanos o aficionados, a quienes invitamos para conformar una exposición de un día, que llamamos “Barbacoa Tropical”. El 21 de diciembre de 2016 intervinimos el Hotel con las propuestas de 15 personas: 13 artistas y dos habitantes del sector”. Ómar Ruiz, curador “Barbacoa Tropical”.

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DIVAS La siguiente de estas conversaciones desde las prácticas artísticas con la comunidad fue el ya emblemático espacio The Gallery At Divas. Una experiencia que nuevamente se propuso poner a dialogar a la zona, desde sus peculiaridades y complejidades sociales, con el resto de la ciudad. Divas originalmente fue un bar administrado por el colombo-americano Miguel Gallardo, a quien se unieron Zapata, Ruiz y Rivera, en un proyecto expositivo, cultural y transgresor que durante más de 4 años puso en el centro de sus acciones y reflexiones el cuerpo, el erotismo y el territorio. Zapata, como gestor de esta plataforma, nuevamente provocó ese ir y venir del arte a la vida, del centro a las periferias, de los estigmatizados a las instituciones. Y viceversa.

Arriba, de izquierda a derecha: Jorge Zapata, Jesús Narváez y Omar Ruiz. Abajo, de izquierda a derecha: Teresita Rivera, Miguel Gallardo y Sandra Contreras.

“Divas se constituye no sólo como un espacio cultural, sino como el umbral que reconstruye imaginarios, que abre fronteras, que cambia la estigmatización, la prevención de los ciudadanos, que reconfigura ciudadanías y territorio, que crea una nueva percepción del centro y de los otros. Es cruce de discursos, conversaciones, para la creación de un nuevo pacto social y de construcción de futuro. Es un ejercicio de gestión cultural que se convierte en un espacio para dar voz y representación a una comunidad en territorio y a la comunidad de la diversidad sexual y de género”. Ómar Ruiz, curador de Divas. 28

Talleres de dibujo en Divas


Exposición “Resquicios del deseo” en Divas, 2018

“The Gallery at Divas ha sido una excusa, una razón, para llevar a los ciudadanos de Medellín y a los visitantes a un territorio que de otra manera probablemente nunca hubieran conocido. Nuestra propuesta es resignificar todas las historias, unir esta zona al resto de la ciudad y no dar la espalda a las cosas, y menos a las personas. Durante 4 años se realizaron 32 exposiciones, 3 sesiones de poesía erótica, 6 monólogos, 3 karaokes y 7 acciones performativas y al menos 15 conversatorios sobre temas de género y diversidad”. Teresita Rivera, gestora cultural de Divas. 29


Maja desnudo, 2006, acrílico sobre lona, 100 x 70 cm. Colección Museo de Antioquia

MAJA DE LA DISCORDIA Esta (e) maja que nos mira impávida (o), con sus ojos azules de cartel publicitario, sus senos dirigiéndose hacia arriba y hacia abajo, la mano gigante, el coqueto corazoncito tatuado en la ingle y su pene al aire ha venido a remover todas nuestras estructuras morales, estéticas e incluso epistemológicas. Encandila como un sol salvaje. Y en pleno tercer milenio todavía hace cerrar los ojos. Su autor, aquel pintor incipiente de Barbacoas, fue el primero en sorprenderse de los estragos que provocaría esta(e) plácida reina desde su modesta y limpia habitación. Desde su desnudez. La había pintado sin segundas intenciones. Un habitante de Barbacoas, que conocía al “pintor”, insistió en venderle un lienzo rescatado de la basura que tenía ya el boceto de una figura. En un principio, Zapata se negó a comprarlo, pero finalmente lo hizo por unos pocos pesos. Solo después de un tiempo intervino la figura previa en la que podía adivinarse la silueta de la famosa Maja desnuda de Goya. Para este momento (2006), el artista ya llevaba algunos años en Barbacoas y se había sensibilizado con otros cuerpos y otras estéticas. Y así, fue surgiendo esta desnudez radical, no solo de vestidos sino de prejuicios. La imaginó en un cuartico de hotel, inspirado en los que hay en la zona, y se entretuvo en sus elementos mínimos: la cama de sábanas blancas, la mesita con un florero y un bolsito, un pantalón y una camisa colgados de un perchero, el televisor donde un sacerdote consagra la eucaristía, la ventana que dejaba ver un cielo muy azul. Y un hombre “propiamente dicho”, que le daba la espalda a su ambigua maja. Acabó de construir esta historia con un osito de peluche, un esmalte, unos tacones rojos. Objetos cotidianos de una puesta en escena de la feminidad en un espacio igualmente cotidiano. Cosas simples y cálidas que hacían que sus personajes abandonaran la condición monstruosa a la que se les había relegado. Eran apenas una pareja cualquiera, leyendo la prensa después del amor. Ya vendrían otras miradas. Cuando terminó la pintura y la llevo a su casa, su tía se la hizo descolgar. La sacó entonces de allí y la llevó a la taberna gay Ceres, donde ya había expuesto anteriormente. Sin embargo, a los cinco minutos, los clientes molestos le pidieron al dueño que la quitara. La llevó entonces adonde un amigo coleccionista de arte, pero su empleada la escondió debajo de una silla.

16. Molinier, P. y Viveros, M. (2009). ¿Y el amor, cómo va? Bogotá, catálogo de la exposición, p 26.

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Maja desnudo “La Consentida: Andrógino”, Museo de Antioquia, Medellín, 2021

Maja desnudo en la sala de larga duración “La persistencia del dogma”, sección “El Infierno”, Museo de Antioquia, 2019

Maja desnudo en Divas, presentación de la investigación “Malestar de género”, 2018

Zapata no dejó de creer en su trabajo y comenzó a concursar con él en diversas convocatorias. En la Bienal de Artes Plásticas COMFENALCO 2007, por fin obtuvo su primer reconocimiento. Sin embargo, las escaramuzas no habían terminado: uno de los jurados le contaría que le había gustado su maja pero que no se había atrevido a votar por ella. Y cuando un periodista de una cadena de televisión local lo iba a entrevistar, el camarógrafo se negó a hacerle tomas a la obra y se marchó. La maja es finamente seleccionada en 2008 para la exposición internacional “Y el amor, ¿cómo va?”, realizada por la Gerencia de Artes Plásticas y visuales de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, la Embajada de Francia en Bogotá y la Universidad Nacional. Aunque ocupa el puesto más destacado de la muestra, cuando los distintos medios cubren el evento, ninguno se atreve a publicar la foto de la (el) Maja. Las jurados Mara Viveros y Pascale Molinier ponen el dedo en la llaga cuando dicen en su texto curatorial: “Maja desnudo construye un relato que visibiliza y vuelve aceptable la posición subjetiva de unos hombres que no han figurado en nuestra historia patria. Tal vez por eso molesta y perturba tanto, porque altera la coherencia que se supone habitual entre el sexo y el género y porque somete a examen a una cultura heterosexual que producimos y reproducimos continuamente sin tener conciencia de hacerlo” 16. Maja desnudo en la exposición Barbacoa Tropical, Hotel Tropical, 2016

Después de esta historia de censuras veladas y no tan veladas, en 2013, Maja ocupa las páginas centrales del periódico Universo Centro y en 2016 se muestra en la exposición “Barbacoa Tropical” sobre la cama de un motel. Al siguiente año, la obra ingresaría a la Colección del Museo de Antioquia. Y desde 2019 hace parte de su muestra permanente “La persistencia del dogma”, en la sección “El Infierno”, donde precisamente se reflexiona sobre los temas excluidos de nuestra historia del arte canónica. Es que esta (e) Maja Desnudo es una absoluta subversión gramatical, moral, corporal, pero también iconográfica. Representa a seres en los márgenes del género, pero también de los estéticos. Nuestra historia de las imágenes los había expulsado de sus dominios, decretando su invisibilidad como la de todas las corporalidades que no encajaban en sus moldes ejemplares. Zapata, en cambio, aludiendo al objeto sexual femenino por excelencia en Occidente que es la Maja Desnuda de Goya, pinta a esta (e) desobediente maja en toda su ambigua plenitud. Así, provoca con ella cataclismos no sólo visuales, sino lógicos, pues interroga además de las categorías sexuales a las del pensamiento binario. Es de las primeras obras en Colombia en hacerlo con tanta contundencia. El cuerpo contradictorio de su maja habla, además, de las maneras como Zapata se ha comunicado con el igualmente contradictorio territorio que es Barbacoas. Visibiliza sus diálogos con la calle, su respeto al personaje marginal que le vendió el lienzo, a aquella mano desconocida que inició la pintura y, sobre todo, su atención a las personas que habitan las periferias urbanas, morales y estéticas. Habla de su reciclaje no solo de objetos, sino también de historias, de su apertura a lo que hay, de su capacidad de observar, jugar, transformar. De su decisión de ser puente entre mundos opuestos buscando siempre “que la gente pueda aceptar y entender las realidades de las otras personas”. 31


Mercado popular en la calle, 2020, acrílico sobre lona, 100 x 165 cm

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LA CALLE DE LOS SUEÑOS ROTOS Esta “residencia en la tierra” (retomando el verso de Neruda), éste permanecer en el no lugar de los descastados, es lo que le ha permitido a Zapata conectarse plenamente con lo que allí sucede. Durante los mismos años cuando muchos reporteros gráficos cubrieron el conflicto armado del país, Zapata, en cambio, decidió concentrarse en las pequeñas, pero no menos crueles, violentas y heroicas batallas de la vida civil urbana. Sus imágenes-narraciones, con las que inicialmente quería contar las historias que había visto y no podía relatar con palabras, se apegan entonces a los acontecimientos, en un despliegue decidido de realismo no mágico. 17 Su obra pareciera una “crónica pictórica” , donde la cámara con la que fotografiaba las escenas del crimen en su época de funcionario del CTI, ha sido reemplazada por un lápiz atento. Nada se queda por fuera de su ojo fulminante y la poesía sentimental no viene a dulcificar lo que ve. Sus personajes no vuelan como Remedios La Bella ni las bacinillas son de oro… Lo suyo es la ruda calle, con sus hampones, tránsfugas, personajes de penes bajo las faldas, con sus fluidos y excrementos… con sus sueños rotos, como lo cantaba Joaquín Sabina en su conocida canción. También con su irrebatible olor a vida.

17. Molinier, P. y Viveros, M. (2009). ¿Y el amor, cómo va? Bogotá, catálogo de la exposición, p 21.

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Favor no orinarse aquí, 2006, acrílico sobre papel artesanal, 25 x 35 cm. Mención categoría Autodidactas 2006 Salón Departamental de Artes Visuales – Gobernación de Antioquia.

Sin tetas no hay paraíso o pare de sufrir, 2006, acrílico sobre papel artesanal, 35 x 25 cm. Mención categoría Autodidactas 2006 Salón Departamental de Artes Visuales – Gobernación de Antioquia

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“El rigor de la calle es vertical calcina como el rayo exhuma como la vida. No podés pensar, se obra o se muere. Es como cuando una flecha sale del arco y se devuelve”. Jorge Alberto Restrepo Gómez, “El Gallero”

Los errantes (tríptico), 2006, acrílico sobre madera, 60 x 90 cm.

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Allí no hay segundas oportunidades. Sólo se tiene el más radical aquí y ahora, la posibilidad o no de sobrevivir, vendiendo chatarra o bazuco, esquivando la cuchillada, llevando a alguien al motel para poder almorzar. Zapata está ahí, como todos, en esta jungla de cazadores que en cualquier momento pueden, a su vez, ser cazados. En esta calle, que también es tiempo, él tiene tan poco como los demás. Hace bocetos de su presa visual o se le va. A veces alcanza a desenfundar el lápiz, otras apenas a abrir los ojos y memorizar lo que vio. Estas condiciones urgentes han influido en su tratamiento esquemático de las figuras, que algunos comparan con las caricaturas. No hay tiempo para refinar los gestos faciales, no tanto por impericia técnica, sino para lograr responder con la velocidad que el tema exige. La expresividad, más bien, reposa sobre la dinámica línea de los cuerpos y sus movimientos. En contraste con estos rostros genéricos, Zapata tiene una obsesión maniática por los detalles de la ropa, la moda, los objetos, sin duda proveniente del ojo de un estudioso del diseño industrial que conoce perfectamente el peso y la potencia de la cultura material. Las personas son ellas y sus cosas. Y si en su juventud se apasionó por la alta costura de Yves Saint Laurent, hoy se ha convertido en el más agudo cronista de la vibrante moda callejera de Medellín. No falta en sus composiciones cierta dosis de ficción. El color, por ejemplo, es usado con toda libertad (“Al principio –dice– pintaba las historias en tonos de grises, pero el resultado era muy oscuro y agresivo. Por eso empecé a mostrar las escenas de una forma más colorida y vistosa, para acercar al espectador” 18). Con este color sin veladuras, puro, intenso, que a nadie le niega, le da a sus retratados el estatuto de personas. Y le ofrece un momento de atención a cada hecho, por insignificante o sórdido que parezca. Los márgenes más salvajes así pueden ser observados sin el rechazo que provocaría su registro escueto, como sucede a veces con la fotografía de prensa.

18. Entrevista a Jorge Zapata realizada por Sol Astrid Giraldo (2021).

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Zapata más que replicar la realidad documentalmente, indaga por sus leyes profundas. Por eso puede añadir, improvisar, acomodar, sin renunciar a la verdad. Como le dijo el curador Juan Alberto Gaviria, cuando lo vio pintar una multitud abigarrada sin modelo: “te sabes de memoria el centro”. Y no solo la disposición de las calles y los edificios, pues conoce a fondo sus mecanismos, los resortes de la acción, la esencia de los personajes, la utilería. Nada de lo humano le es ajeno. Y en esto hay otra paradoja. Si todo tiene valor, nada termina siendo especialmente notable. ¿Cómo escoge entonces sus temas? A veces es un recuerdo (el linchamiento de su abuelo liberal en un pueblo de godos, el padre velando a su hijo asesinado en una noche oscura y lluviosa de La Sierra, acompañado apenas por un perro). En otras, la motivación es la gracia de una tanga saliendo de un pantalón descaderado. O la observación de alguna historia nimia: el Hare Krishna que les habla a unas chicas borrachas, la pareja de novios separada por una requisa de la Policía... Más que de varios temas, se podría mejor hablar de uno solo que se continúa de obra en obra, como un gran rompecabezas que se completaría juntándolas a todas. Un único “allegro perpetuo”, en palabras de Saúl Álvarez 19. Zapata pone a veces el foco sobre los personajes de la calle. Los conoce, sabe su nombre, su historia. Inmortaliza entonces a los invisibles dentro de un marco anacrónicamente barroco, con sus objetos más característicos: un osito de peluche, un llavero, un bareto de marihuana, una navaja. O, simplemente, los representa haciendo sus pequeños oficios: barrer la calle, limpiar el taxi, pintar con los dedos de los pies.

19. Álvarez, S. (2016). “Una segunda oportunidad”, texto curatorial exposición Museo MAJA, Jericó (Antioquia).

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“Al principio pintaba las historias en tonos de grises, pero el resultado era muy oscuro y agresivo. Por eso empecé a mostrar las escenas de una forma más colorida y vistosa, para acercar al espectador a ciertos temas difíciles”.

Fisgones, 2006, técnica mixta sobre cartón, 25 x 35 cm.

Pelea callejera, 2007, acrílico sobre cartón, 32 x 29 cm.

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En otras obras, sin embargo, se decide por una perspectiva épica para mostrar todo y al tiempo. Con su conocimiento profundo de la calle y su mirada entrenada, es capaz de actuar como un narrador omnisciente del siglo XIX que hubiera tenido acceso a la tecnología del cine y de la imagen contemporánea. Puede usar entonces varios lentes a la vez: además del macro, el micro, el zoom, el gran angular, y así dar cuenta, sin desenfoques, de múltiples planos realizados cada uno con un despliegue exhaustivo de detalles. Paseémonos, por ejemplo, por su Mercado popular en la calle (pag 32). , donde representa una multitud abigarrada que, paradójicamente, pintó durante la pandemia, cuando las calles se habían vaciado por la cuarentena universal. Un vendedor de chuzos le habla a una mujer que pasa y ésta le responde con una mirada coqueta… Este pequeño gesto se convierte en la chispa adecuada para que explote un universo. Se cuela entonces otra pareja que se toma una selfie, un hombre que le da tetero a un bebé, una chica que se come un perro caliente, una niña que chupa un helado. Atrás, una calle se bifurca. Los moteles abren ventanas y puertas, permitiendo fisgonear varias escenas eróticas entre parejas que despliegan variadas combinatorias. En el balcón de la derecha, en cambio, una familia, entre matas y cortinas, cuelga plácidamente su ropa al sol. De un muro roído surge una flor. Frente a una cafetería se extiende una pintura hecha por un presidiario. Más allá, se eleva el cartel publicitario de donde se escapa una mujer gigante. Los carros pasan, los hombres bajan cajas, las chicas trans conversan mientras se exhiben. Los avisos de los negocios compiten en estridencia. La escala de los cuerpos no se respeta. No hay un eje espacial definido, no hay una perspectiva ortodoxa. Todo se yuxtapone en un caos que termina siendo tremendamente armónico, gracias precisamente al color salvaje que pone todo en su lugar. No ha habido aquí ninguna disección de la escena. Todo es como es y al tiempo. Su mirada ha recogido la calle completa, con todas sus aristas, ruidos, fiestas, desgracias, deformidades y victorias. No es la ventana del Renacimiento. No es el marco ortodoxo del paisaje. No es la fotografía documental. No es la viñeta compartimentada del cómic. No es el efímero fotograma cinematográfico. Aunque, finalmente Zapata les hace guiños a todos estos códigos, solo que los ha quebrado y mezclado, para hablar de esa inenarrable calle, quebrada y mezclada. Los críticos de su obra lo han catalogado como un artista “popular”, “autodidacta”. El mismo insiste en concursar en los salones BAT de arte popular donde desde el inicio de su carrera ha sido premiado. Sin embargo, todas estas operaciones, solo las puede hacer un artista extremadamente complejo, con una gran cultura visual y consciente de sus fines y de su técnica. Más que ingenuidad o impericia, se trata de una decisión: la de ser de la manera menos invasiva el pintor invisible de los invisibles. Hay que reconocerlo: lo ha logrado como pocos artistas en Colombia. 40


El Gallero “Lo conocí haciendo mandados. Todo el mundo lo respetaba. Muy señor él. Le decían así porque su papá tenía galleras. Había estudiado veterinaria y fue profesor de la Universidad de Antioquia. Cuando se separó de su mujer, la tristeza lo hizo entrar en las drogas. Entonces se perdió en Barbacoas. Se echó como a morir. No le dejaban ver a sus hijos. Después del tiempo, ellos aparecieron, lo ayudaron a recuperarse y le consiguieron una casa en otra parte de la ciudad”.

El Oso, 2005, acrílico sobre cartón, 35 x 25 cm

El Oso “Se dedicaba en esa calle a robar y a cambalachear todo. A veces se iba a recoger café y después volvía. Estaba dedicado al vicio. Era un personaje muy violento y agresivo. Le hicieron muchos atentados: disparos, heridas de puñal. La última vez que lo vi, tenía un brazo inmóvil. En esa calle, todo el mundo tenía que ver con él. Fue quien me llevó a La Perla. No supe más de él”.

El Gallero, 2006, acrílico sobre cartón, 25 x 35 cm

Amparo “Era la esposa de Albeiro, un jíbaro que tenía una plaza en esa calle. Él me contrató para que le pintara una taberna que también tenía con mis diseños. Al tiempo lo mataron. Cuando Amparo quedó viuda, montó otra taberna en el barrio Enciso y me pidió que le hiciera un aviso con unos labios, porque así quería llamar a su negocio. Ella tampoco existe ya, murió de un tumor en el cerebro”.

La taberna de Amparo, 2010, acrílico sobre cartón, 35 x 25 cm

La Cole, 2011, acrílico sobre cartón, 32 x 28 cm

La Cole “A la Cole le gustaba mucho la moda y diseñaba ropa. Un día me llegó una invitación a una exposición de Ágatha Ruiz de la Prada en el Museo de Antioquia. Le pedí a ella que me acompañara. Llevamos una cámara vieja y lenta, para que se pudiera tomar una foto con Agatha y le creyeran que había estado allí. Después del tiempo, terminó estudiando diseño de moda”. 41


Nuevos Horizontes II, 2015, acrílico sobre aviso publicitario en lona y madera, 98 x 137 cm.

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Las violencias campesinas de los años cincuenta se mezclan con las contemporáneas y urbanas que presenció como fotógrafo forense del CTI. A veces son recuerdos, a veces alegorías. Y como bajo continuo, la Guerra en mayúscula de Colombia.

Matanza campesina, 2006, acrílico sobre cartón, 44 x 66 cm. Linchamiento de mi abuelo, 2009, acrílico sobre cartón, 29 x 31 cm.

Desamparados de Dios, 2010, acrílico sobre lona, Mención IX Salón de Artistas Consagrados

AL ESTE DEL EDÉN Además de su radiografía de la calle, Zapata ha mirado los quiebres y contradicciones de la sociedad colombiana y sus roces permanentes entre la vida y la muerte. Ha explorado tanto las micro-violencias urbanas como las brutales de la guerra política con mayúscula que también lo ha rodeado. Como otra cara de la moneda, su mirada se detiene insistentemente en la pulsión erótica y su potencia subversiva, en los cuerpos desobedientes, en las relaciones bajo sospecha. Eros y Tánatos en la tierra de los personajes periféricos, invisibles, insignificantes. Sobrevivientes. 44


Conflicto en la comuna, 2005, acrílico sobre cartón, 23 x 33 cm

La Sierra, 2006, acrílico sobre cartón, 23 x 33 cm

Divertimento para cafres a pesar de víctimas inocentes, 2009, técnica mixta sobre MDF, 80 x 110 cm

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En el motel, 2005, acrílico sobre cartón, 35 x 25 cm

En el campo, 2008, acrílico sobre cartón, 35 x 25 cm

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Pareja coqueta, 2010, acrílico sobre cartón, 35 x 25 cm


El amor desobediente, sin reglas, sin marcos. El amor redentor.

La requisa, 2013, acrílico sobre cartón, 35 x 25 cm

Nosotros, 2014, acrílico sobre madera, 12 x 12 cm

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Hotel Nutibara, 2005, acrílico sobre cartón, 25 x 35 cm

Restaurante, 2011, 34.5 x 26 cm

Tarde de té, 2013, acrílico sobre papel fotográfico, 20 x 26 cm

Vendedor de empanadas, 2012, acrílico sobre papel fotográfico, 24 x 19 cm

ÉRASE UN DÍA EN MEDELLÍN El gran observador que es Zapata, ha hecho un pacto de vida con la tumultuosa calle Barbacoas y su ritmo trepidante. Sin embargo, también ha tenido ojos para la vida cotidiana, para el tiempo lento, las filas exacerbantes, el limbo de los cuerpos en el sistema de salud. Testigo de la ciudad, de sus pequeños trabajos y sus anónimos días.

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Bodegón paisa 1, 2005, acrílico sobre papel artesanal, 31 x 46 cm

Nohemí sale de la clínica, 2012, acrílico sobre cartón, 35 x 27 cm


Espera interminable (políptico), 2011, acrílico sobre tela, dimensiones variables. Mención V Salón Nacional de Arte Popular Fundación BAT Colombia, Ministerio de Cultura.

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Dos en Uno – Crónicas Urbanas, 2007, acrílico sobre lámina metálica de aviso publicitario, dimensiones variables 1er Puesto categoría Autodidactas 2007 Salón Departamental de Artes Visuales – Gobernación de Antioquia

PROHIBIDO BOTAR BASURA “Recojo muchas cosas de la basura que encuentro en el centro para hacer obras y cosas, a mi manera. Busco reinterpretar esos objetos y darles vida, nuevas oportunidades. Me da mucha alegría que un objeto que ha sido despreciado por otras personas, que esté relegado a la muerte absoluta, ahora con otra connotación, con otro color, tenga la posibilidad de estar en otros espacios, con otras miradas de otros personajes que nunca hubieran ido a ese sector y a esta calle”. 52

Los negociantes, 2018, acrílico sobre pantalla de computador, dimensiones variables


Venga al sabor (tríptico), 2013, radiografías esgrafiadas, 62 x 179 cm.

Serie Radiografías urbanas (tríptico), 2016, radiografías esgrafiadas

“En esta serie de dibujos sobre radiografías imagino a la ciudad como un sistema enfermo, donde el espectador, al igual que un radiólogo, puede revisar sus síntomas”.

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Horizontes, 2006, acrílico sobre cartón, 70 X 50 cm.

Nuevos Horizontes, 2014, acrílico sobre madera, 140 x 200 cm

Nuevos Horizontes II, 2015, técnica mixta sobre aviso publicitario en lona y madera, 98 x 137 cm.

LOS HORIZONTES DE JORGE ZAPATA “En sus Nuevos Horizontes (2006), versión de la canónica pintura del siglo pasado de Francisco Cano, el futuro se achata. Ahora solo existe el presente, insistiendo en la afirmación del aquí y el ahora de toda la obra de Zapata. Ya no hay utopías, solo realidades. Los hijos de la matrona primordial se han reproducido y lo llenan todo. Sus personajes son los desplazados del campo. Sin embargo, aunque éste desapareció, lo siguen llevando incrustado en sus cuerpos. En su nuevo hábitat urbano ya no usan el hacha mítica, sino las herramientas prosaicas de la supervivencia. No tumban montes porque su épica ahora es sobrevivir con lo mínimo. La tragedia le ha dado el paso a la resiliencia. La familia ha explotado, también las adscripciones de género, los roles, las estructuras sociales y laborales: las mujeres trabajan duramente, los hombres se cuelgan carteras, los niños no descansan en un vientre protector, sino que esquivan los carros. El espacio no se sueña detrás de una montaña idílica, sino que, inexistente, se logra y se pierde en cada instante. Frente a la Historia y sus períodos heroicos, solo queda el instante, el espacio fragmentado. Muerte festiva de la utopía”. Giraldo, S. A. (noviembre de 2017). “Jorge Alonso Zapata. Cuerpos al Este del Edén”. Revista Universidad de Antioquia, (329). 54


“Francisco Antonio Cano pintó Horizontes en 1913, una pintura que mostraba las formas cómo se veía el futuro, quizás con esperanza, quizás con ilusión. Reinterpretamos la pintura Nuevos Horizontes del artista Jorge Alonso Zapata, que a su vez es una interpretación de la pintura de Cano, en las calles de El Poblado [...] Nos disputamos el futuro en la calle, dejamos nuestra huella de pintura en las paredes. Los murales son preguntas abiertas. Esperamos que la respuesta esté de nuestro lado. Seguiremos pintando hasta que nos escuchen”. Fuerza & Graffiti y Pictopía Medellín (https://www.facebook.com/ pictopiamedellin2016/community/)

Mural urbano realizado por los colectivos Pictopía Medellín y Fuerza & Graffiti en El Poblado en mayo de 2021 a partir de cuatro obras de Zapata, entre ellas Nuevos Horizontes II.

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Borracha, 2005, acrílico sobre cartón, 35 x 25 cm

LOS MARCOS En la tradición, el marco ha sido el elemento que establece lo que es arte o no. Lo que queda adentro de él, se inviste de valor, se separa de lo cotidiano y se señala como algo importante y digno de reverenciar. Zapata en su cruzada iconoclasta también se ha ocupado de ellos. Así, a sus personajes anónimos y poco ejemplares, a las escenas anodinas, dolorosas o sospechosas, los ha revestido con la contradicción de marcos dorados, barrocos, ceremoniales, que entran en absoluta tensión con sus contenidos prosaicos. Esta práctica que ha realizado desde los inicios de su carrera, se potenció recientemente al adquirir los marcos de una tradicional marquetería de la zona de Barbacoas. Para darles una segunda oportunidad, los intervino con su estilo y particular sentido del color. Al reutilizarlos, por un lado, les da a sus temas el valor que otros no le han reconocido. Y por el otro, visibiliza la historia de los marcos que han circulado en la ciudad desde hace más de medio siglo, reconociéndolos también como pequeñas y anónimas obras de arte. Al igual que sus personajes. 56


Fotografías de El Bronx realizadas por Jorge Zapata

EL BRONX POR LA PAZ “Tengo mi taller en el “Bronx”, en la calle Cúcuta con la Paz, desde 2017, en un edificio que antes era una litografía. Necesito estar en un lugar popular, donde haya gente y pueda interactuar con la ciudad. Y esta calle está llena de escenas, algunas sórdidas, duras, pero también hay otras bonitas, poéticas, que a veces me hacen llorar. Puede ser un hecho o, en otras ocasiones, un conjunto de situaciones, de historias que suceden paralelamente. Escenas que me tocan de una u otra manera y me hacen decir: ´Tengo que hacer un cuadro con esto”. 20

Diáspora urbana (díptico), 2013, acrílico sobre lona, 153 x 43 cm 20. Entrevista a Jorge Zapata realizada por Sol Astrid Giraldo (2021).

Mención IX Salón de Artistas Consagrados Bienal Internacional de Arte Suba - 2014

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CRONOLOGÍA

de objetos, especialmente de aviones y carros. 1987 Regresa a Medellín. Trabaja en distintos negocios. Instala un bar cerca a la Universidad Bolivariana. Se entera de que allí existe una facultad de diseño industrial.

1965 Nace en San Vicente, en la vereda Las Frías (Antioquia). Es el menor de siete hermanos. Tiene una niñez apacible entre el pueblo y el campo, en la finca familiar.

1988 Se matricula en esa facultad. En esta formación prima la funcionalidad antes que el estudio de las técnicas tradicionales. En su biblioteca accede a una gran variedad de revistas internacionales de diseño. Después de un semestre, se retira.

1971 Su tía lo lleva a vivir a Medellín. 1978 Regresa a San Vicente, donde estudia hasta cuarto grado de bachillerato. Toma un curso de dibujo por correspondencia. 1980 Viaja a Santa Marta, donde vive con sus hermanos mayores y se gradúa de bachillerato. Trabaja en distintos negocios familiares. Frecuenta la Casa de la Cultura donde toma clases de pintura y de historia del arte. Conoce a artistas y músicos. Visita los eventos culturales del Banco de la República y del Museo Bolivariano. Asiste a exposiciones de Botero y a la muestra “Tauromaquia” de Picasso. Se aficiona por el diseño de moda y 58

1990 Recibe cursos de criminalística en el CTI. Hace retratos hablados y fotografía forense, practicando los conocimientos adquiridos en Bellas Artes. Es una época de gran violencia en la ciudad, especialmente en La Sierra y en la comuna 13. Lo trasladan a Urabá. Acompaña el levantamiento de cadáveres. Su unidad es amenazada y deben confinarse. En los ratos de ocio, comienza a dibujar para entretenerse: “Lo primero que hice fue una mujer acostada en una cama”. 1991

1966

Muere su madre. Estudia en San Vicente hasta el primer grado de primaria.

Antes de graduarse, comienza trabajar en el CTI. Se retira de Bellas Artes.

Se presenta al I Salón juvenil de Dibujo de la Sociedad de Mejoras Públicas de San Vicente (Antioquia) donde ocupa el primer puesto. 1989 Estudia diseño gráfico en Bellas Artes y recibe una formación más tradicional en anatomía, figura humana y diferentes técnicas. Frecuenta las galerías del centro donde conoce el trabajo de Rodrigo Arenas Betancourt, Antonio Samudio y Saturnino Ramírez.

Renuncia a este trabajo y regresa a Medellín: “En esos días, me invitaron a un matrimonio, dibujé un desnudo, lo enmarqué y lo di de regalo”. Comienza trabajar en diseño gráfico y editorial. Hace logos para empresas como la panadería Santa Clara, diseña carrozas para la Feria de Flores de Medellín y la de Manizales, y se dedica a diversas tareas litográficas. Aficionado al cine, recorre los teatros del centro. En sus visitas al Teatro México, conoce la calle Barbacoas. “La primera imagen que tengo de esta zona, que era muy elegante, es de los botones de hoteles como el Veracruz esperando a que llegaran los clientes. También había laboratorios dentales”. 1998 Asiste a tertulias en el restaurante Acuarimántima del Paraninfo de la Universidad de Antioquia, donde en hojas comienza a dibujar carros, aviones, relojes, diseños de vestidos y edificios. “Lo primero que hice en serio fueron unos paisajes fantásticos”. 2002


Se reúne con artistas y escritores en el café Versalles e Junín, donde leen la prensa del mundo. Interviene los muros de la plaza de vicio La Perla durante cuatro meses.

2006 Se presenta al Salón Departamental de Artes Visuales de Antioquia con las obras Sin Tetas no hay Paraíso o Pare de Sufrir y No Orinarse Obtiene mención por cada una de las obras en la categoría Autodidactas. “Jorge Zapata propone obras con una gran frescura formal evidente en el uso de representaciones arriesgadas, poco pretenciosas que, junto con el empleo de paletas cromáticas atrevidas, son signos de un pathos particular de un país que se autodesprecia en el marco de un contexto urbano problemático”. Diego Arango, Armando Montoya, Conrado Uribe, curadores Salón Departamental de Artes Visuales de Antioquia. Se presenta en Salón Nacional de Arte Popular (Fundación BAT Colombia – Ministerio de Cultura) con la obra La Borracha.

Pinta la Maja desnudo. En la Navidad, una mujer de Barbacoas que maneja una plaza de vicio, le pide que represente el pesebre en una fachada. Zapata retrata en esta escena religiosa a los habitantes de esta calle.

2003

2007

Los murales de La Perla salen en la primera página del periódico El Colombiano (“Los antros de Barbacoas ya no tienen dueño”, junio 19 de 2003. 2005 Zapata empieza a salir a la calle Barbacoas y a dibujar sobre octavos de cartón sus historias y personajes. Instala su estudio en la Casa Collage de Abraxas Aguilar. Se quedaría en este lugar hasta 2016.

“Arte con sabor local enlaces factibles”, Galería Casa Cuadrada, V Salón Nacional de Arte Diversidad, Bogotá. En el periódico El Mundo se publica un reportaje sobre los murales: “Este mural sin fecha, sin autor, permanece enmarcado por una rutina de trasteos, traqueteos y requisas, y cambia con el tiempo”. Diego Agudelo, “Murales de la intemperie”, periódico El Mundo, 11 de febrero de 2006.

Primer Puesto en la categoría Autodidactas del Salón Departamental de Artes Visuales de Antioquia con la obra Dos en uno - Crónicas urbanas. Primera exposición individual “Urbanos” en Ceres Bar, una taberna de Barbacoas, y en la Fundación Forjar. Bienal de Artes Plásticas COMFENALCO. VI Salón Nacional de Arte Diversidad “15 minutos de fama”, Galería Casa Cuadrada, Bogotá.

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“Paisajes”, Medellín.

Café

Literario

El

Taller,

La Perla es demolida después de un proceso de extinción de dominio. “Arte a prueba de idiotas”, Sala de Arte Universidad de Medellín. Su obra Maja desnudo es seleccionada para participar en la exposición “Y el amor, ¿cómo va?”, realizada por la Gerencia la Fundación Gilberto Alzate Avendaño de Bogotá, la Embajada de Francia y la Universidad Nacional En esta muestra, donde ocupa un lugar destacado, la obra se visibiliza después de una historia de censuras y ocultamientos.

globalización ha dejado a merced de factores externos volátiles, incluyendo la economía, que es un factor importante de transformación social”. Félix Ángel, Centro Cultural Banco Interamericano de Desarrollo, The Change in Latin American and the Caribbean, Art Program World Bank, texto curatorial.

“La tierra prometida y sus cavernas”, Sala de arte COMFENALCO, Medellín. “Su pintura es clara, sin veladuras, potenciada por la riqueza cromática, sus múltiples planos, los minuciosos detalles, sus pequeñas historias”. Ómar Ruiz, texto curatorial.

“Su trabajo alude al mismo tiempo a la realidad objetiva y a la fantasía. No es fotografía, sino crónica pictórica”. Mara Viveros, Pascale Molinier y Liliana Angulo, texto curatorial. 2008 “Fractura social contemporánea o la asimilación intempestiva del espacio”, Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe, Medellín. “El artista plantea su obra como una función teatral: ‘seres erráticos que dialogan con su entorno’”. “La cotidianeidad se expone”, Periódico El Mundo, 8 de febrero de 2008.

Salón de Arte Bicentenario (Fundación BAT – Ministerio de Cultura), Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogotá. II Bienal de Artes COMFENALCO, Medellín.

Plásticas

2011 Salón Departamental de Artes Visuales, Palacio de la Cultura Rafael Uribe Uribe. III Bienal de Arte COMFENALCO, Medellín. 2010 “About Change”, Banco Mundial. Exposición e itinerancia, Washington DC y París.

“Zapata es bien conocido en Medellín por su estilo inusual con el que documenta un estilo de vida que la 60

“Falos y Vaginas”, Museo Universidad de Antioquia (MUUA), Medellín. Su obra La Frutera ingresa a la colección del Banco Mundial. 2013 “Ciudad Micro/ Ciudad Fundación EPM, Medellín.

Macro”,

“El Triángulo - Arte Nómada”. Bogotá, México y Cuba.


2016

“Paisajes urbanos e imaginarios”, Restaurante Café Bar El Acontista, Medellín. Bienal Internacional de Suba, Biblioteca Julio Mario Santodomingo, Bogotá. “Snack Medellín”, Medellín. “Arte Erótico”, Biblioteca COMFENALCO La Playa, Medellín.

“Pensar, Habitar, Construir”, Fundación EPM, Medellín. Seleccionado Imagen Banco de la República.

Regional

8,

IV Salón Nacional de Arte Popular, Fundación BAT Colombia. “Crónicas Urbanas”, Café Credenza, Centro Colombo Americano.

2015 “Arte por la paz”, Galería La Escalera, Bogotá. “Homenaje a Gabriel García Márquez”, Centro Cultural García Márquez, Bogotá. Artista invitado MDE15, Encuentro Internacional de Medellín, “Historias locales / Prácticas Globales”, Museo de Antioquia, Medellín.

“Jorge Zapata en exposición”, Corporación Centro Plazarte, Medellín.

“Una segunda oportunidad”, Museo MAJA, Jericó (Antioquia). “La pintura de Jorge Zapata es un solo movimiento, en música quizás lo llamen un allegro perpetuo, separado por cartones, papeles, marcos que, en su intensidad y forma, narran una sola historia: la de unos personajes, la de una ciudad”. Saúl Álvarez, texto curatorial. Instala su taller en el Hotel Tropical, donde junto al curador Ómar Ruiz, realizan la exposición colectiva “Barbacoa Tropical”.

“Sus pinturas no denuncian, no toman partido. Hay calma en sus trazos, no hay desespero, la vida es así”. Juan Alberto Gaviria, texto curatorial.

2014

“La Consentida: Horizontes”, Museo de Antioquia, Medellín.

“Zapata no entra en discursos políticos, simplemente registra lo que ve diariamente en la calle, en los bares y hoteles para mostrar a seres humanos que habitan la ciudad: podemos ver lo que no queremos ver por un lente compasivo”. Texto curatorial MDE15.

“Cosas que mostrar”, Sala Eladio Vélez Fundación Universitaria Bellas Artes, Medellín. “En su obra aparecen sujetos y escenarios de la vida diaria que no serían ideales en los términos de la modernidad inicial, incluso se tomarían por obscenos, indecentes o perversos, en cuanto tal paradigma se basa en un orden excluyente que invisibiliza lo no conforme a sus normas”. Juan Camilo Londoño, texto curatorial.

2017 Colectiva “La Consentida: Teatro Junín”, Museo de Antioquia, Medellín. “Cartografías del campo a la ciudad”, Bibliotequé Du Grand Parc – Bourdeaux, Francia. 61


roles, como quien salta matojos. Todos sus personajes son él”. Óscar Roldán, “Crónica Centro”, Agenda Cultural de la Universidad de Antioquia, julio de 2017. “Levantamientos”, La Silueta Casa, Bogotá.

“Crónicas de ciudad”, Paraninfo Universidad de Antioquia, Medellín.

Zapata, consiga sacudirse la pereza y ´el malestar de la cultura´, supera la apariencia de ingenuidad, para asumir la incisiva realidad que le circunda”. Orlando Aguilera, productor de la exposición “Al Este del Edén”, catálogo.

“Por esa habilidad de capturar pequeños momentos que narran una historia más grande, La Silueta lo eligió para empezar la serie de exposiciones Cronistas”. Ana Gutiérrez, “Levantamientos: retratos de vicio y cotidianidad en Medellín”, Revista Semana, 27 de julio de 2017. Traslada su estudio a la antigua sede de una litografía en Cúcuta con La Paz. 2018 “Al Este del Edén”, Centro Cultural San Marcos, Ayuntamiento de Toledo (España).

“Huellas de ciudad”, Tal Cual Arte, Medellín. “Vida sin fronteras”, Semana Latinoamericana en Praga, Ministerio de Relaciones Exteriores y Cámara de Comercio de República Checa, Alianza del Pacífico (Cesta), Praga. “Los actores de sus poemas dibujados son él mismo que muta de policía a mendigo, luego a puta para llegar a niño y malevo después, y vuelve como travesti y drogadicto en un sinfín de

“Cronista compulsivo, enfrenta sin maquillajes la caída de las utopías en los márgenes de la urbe desdeñosa”. Sol Astrid Giraldo, texto curatorial “Al Este del Edén”, Claustro de Pedro I, Ayuntamiento de Torrijos (España). “Quien, ante las crónicas urgentes de 62

“HEARTIST”, Medellín.

Colombo

Americano,

VII Subasta Casa Tres Patios, Medellín. Reencuentro en el centro – 925 Art, Medellín.


Exposición Itinerante V Salón Nacional de Arte Popular (Salón BAT – Ministerio de Colombia). Inauguración Barbacoas.

del

Bar

Divas

Entran 35 obras suyas a la colección del Museo de Antioquia.

“De anónimas a manifiestas”, Museo de Antioquia, Medellín. “Testigo de excepción”, Francesa, Medellín.

en

Alianza

“Jorge Alonso Zapata ha testimoniado por décadas lo que ocurre por los rincones del centro de Medellín, a través de una observación cercana y empática con la vida de los otros”. Nidya Gutiérrez, texto curatorial.

“Resquicios del deseo”, The Gallery at Divas, Medellín.

El Museo Universitario (MUUA) adquiere la Serie “Un día por la paz” (30 obras). 2021 Ingresan 16 obras suyas a la colección del Museo MAJA de Jericó (Antioquia). Ingresan ocho obras suyas a la colección etnográfica del Museo Nacional de Colombia. “Sus obras dan testimonio de la cotidianidad oculta de Medellín y ofrecen la posibilidad de hablar de poblaciones históricamente invisibilizadas”. Rayiv Torres, Sala etnográfica del Museo Nacional de Colombia. 2019

“Ahí fue donde Jorge Zapata colgó sus cuadros de la calle Barbacoas y transformó por primera vez la modesta habitación en una galería con “Resquicios del deseo”. Un año después, las habitaciones desaparecieron para dar lugar a The Gallery At Divas, la primera galería de Medellín en torno al cuerpo y al género”. María Isabel Naranjo, Centro de Medellín, https://www. universocentro.com/NUMERO98/ Divas.aspx Colectiva Procesión”, Medellín.

“La Consentida: La Museo de Antioquia,

“Timebag” Hotel Nutibara, artista Invitado del Museo de Antioquia, Medellín. “Se arkilan piezas”, Tienda de Arte Mil Nueve 32, Medellín. “Largo x ancho x alto, ciudad sin dimensión”, Fundación EPM, Medellín. “HEARTIST - Artistas del Corazón”, Colombo Americano, Medellín. Itinerancia Salón BAT en museos de todo el país.

Artista invitado REGARDS D´ICI ET D´AILLEURS, Clermont Ferrand, Francia. Paseo de las Américas, Banco Interamericano de Desarrollo. Itinerancia desde la Patagonia hasta Washington. “Cuerpos al borde”, Museo de Arte de Caldas, Manizales

“Estas imágenes retadoras de la tiranía de la belleza, la juventud, el género, tienen el poder de desarmar concepciones”. Sol Astrid Giraldo, texto curatorial. “Transacción - Gray Cube Proyect”, Espacio Van Staseghem, Bogotá.

Colectiva “La Consentida: Andrógino”, Museo de Antioquia, Medellín.

Los colectivos Pictopía y Fuerza & Graffiti realizan un mural urbano reinterpretando cuatro obras suyas, entre ellas Nuevos Horizontes II Exposición “Las Cosas que no se dicen”, en el Pequeño Teatro.

2020 “Artistas en pandemia”, Mención, Fundación BAT..

recibe

Subasta Casa Tres Patios, Medellín. “Anteanoche”, Medellín.

Fundación

EPM,

Recibe la Medalla Orden de los Fundadores 2021, otorgada por el centro de Historia de San Vicente. Exposición retrospectiva “Jorge Zapata en la calle de los sueños rotos”, Centro de Artes Universidad EAFIT, Medellín.

Bienal Internacional de Arte “Desde Aquí”, Bogotá. 63


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